Carrefour: el empleo del futuro y el tiempo de ocio

empleo del futuro

Después de leer dos buenos libros sobre el empleo del futuro, el uno del autor argentino, Andrés Oppenheimer “Sálvese quien pueda” y el otro, de la autora española, Marta García Aller “El fin del mundo tal y como lo conocemos”, debo decir que me generó preocupación el tema del empleo en los próximos 10, 20 y 30 años. Trabajo siempre mantendremos, pero ¿empleo remunerado? Trabajo te lo proporciona cualquier cosa: un neumático pinchado, ducharte, lidiar con la máquina de afeitar… Cuando digo futuro, me refiero a uno muy cercano, incluso mañana al levantarme ya puedan existir cosas que desconocía.

Soy optimista en que la inteligencia artificial, los robots y tantas otras cosas están y llegarán para facilitarnos la vida. Todos los avances que la humanidad ha logrado hasta este punto, han sido desarrollados por nosotros mismos, entonces, somos nosotros los llamados a saber qué hacer cuando llegue el momento en que podamos remplazar todos los empleos con máquinas preparadas para sustituirnos, y por qué no decirlo, lo harán mucho mejores que nosotros, serán fiables y predecibles.

Ver también: El poder del contenido en la era digital

inteligencia-artificial

¿A qué dedicaremos el tiempo de ocio si ya no tendremos en qué emplearnos?, vienen una cantidad de planteamientos: qué la renta universal, o sea que te paguen por hacer nada, qué tenemos que prepararnos para los nuevos trabajos como programadores, reparadores de robots. Y lo que es más paradójico, como lo enuncia Oppenheimer en su libro: “Las profesiones que estudiaran nuestros hijos, aún no existen”. Al menos algunos chicos no están condenados a estudiar lo mismo que sus padres.

¡Vaya!, de niño sabía lo que quería ser, pero ahora nos tocará esperar, sin por ello dejar de fomentarle a los pequeños que sean lo que deseen, incluso amas o amos de casa, que parece que ya no es una profesión valorada. El mundo que a mí me tocó de niño iba a otra velocidad, llamémosla velocidad cassette: Lado A + Lado B “Grandes Éxitos”. Parecía que íbamos a pasarnos allí mucho tiempo, pero uno crece rápido en un mundo que comenzó más aprisa desde que vaticinaron el apocalipsis que nunca llegó; algunos lectores pueden recordarlo como el famoso: Y2K.

nino-en-su-tiempo-de-ocio

Desde ese momento el cassette quedó en el olvido, por lo menos me ahorré el trabajo de darle la vuelta. Llegó la Internet de las redes sociales, debo confesar que a mí no me sedujo, siempre he pensado que los seres humanos tenemos derecho a la privacidad. Y aquello de ver las fotos de todos pareciera que no es lo mío.

Hace no mucho, con cierta curiosidad abrí mi perfil de escritor en Facebook con un atraso de más de 10 años a la moda, y de repente tenía 1500 amigos, descontando como 150 que más o menos podía decir que conocía o éramos afines; quedaban un tanto de 1350 que no conocía de nada, entonces me cansé de ver cientos de publicaciones y fotos privadas que ellos insistían en publicar y decidí probar con Instagram por ser una red más estética. Desempolvé mi archivo de fotografía analógica (aclaro que son fotos tomadas en la era digital), y comencé a montarlas una por una mientras veía como engrosaba el número de seguidores y los me gusta; allí está el juego de la red, cada me gusta comenzó a producirme un nivel de felicidad hasta que de repente paraban de sumar y eso me llevaba inevitablemente a publicar una nueva foto y comenzar con el juego un 1 gusta, 2 me gusta, 10 me gusta, 100 me gusta; pero me sucedió lo mismo que con Facebook, no quería pasarme la vida publicando foto por foto y esperando a ver cuántos “me gusta” recibía para sentirme más feliz.

Ver también: Escribir para los medios o escribir para trascender

redes-sociales

Tratar de entender todo lo que podía hacer con las redes me llevó a asistir a un curso de mercadeo digital con la idea de monetizar ese mundo de los me gusta, los seguidores, pero descubrí que lo mío siempre ha sido escribir, y como dice el dicho: “Zapatero a tu zapato”, cerré Instagram, Facebook prácticamente quedó abandonado, y mi preocupación se centró en interactuar con las personas, entonces entra en la historia: WhatsApp “Que nos aleja de los seres cercanos y nos acerca a los lejanos”, la frase la escuché, no es mía, yo tengo una que dice: “Menos WhatsApp y más estrechar manos”. Un poco a regañadientes acepté tener este último artilugio de las comunicaciones para que me integren a cuanto grupo se les ocurra crear, que terminamos silenciando no por ser aburridores sino porque no deja dormir la terrible campanilla que anuncia los mensajes entrantes. De aquel curso de mercadeo me quedó el buen recuerdo de todos los compañeros a los que pude saludar y estrechar sus manos, hoy inevitablemente nos saludamos con los susodichos emoji.

whatsapp

Cómo si se tratara de una elección primordial, he tenido que sopesar ¿qué redes sociales mantener y por qué? Sin embargo, no es una elección que influya acerca de mi manera de pensar el mundo en el que vivimos, más bien, en el que viviremos. La privacidad es un bien preciado y es por ello que las empresas pagan por los datos de las personas, con el supuesto que es para conocernos mejor, para poder ofrecernos productos más personalizados, acordes con nuestros gustos. Ahora somos un perfil consumidor o prosumidor, término este que todavía no debe haber aceptado la RAE, suena un tanto presumido en español a secas. La Wikipedia nos dice sobre el prosumer: “La palabra prosumidor, es un acrónimo formado por la fusión original de las palabras productor y consumidor. Se trata de un término utilizado en ámbitos muy diferentes, desde la agricultura a la informática, la industria o el mundo de las aficiones. También se usa la versión inglesa de la palabra, prosumer”. Hoy somos todo menos personas. Los sociólogos del siglo XX nos llamaban individuos, así éramos: “individuos” y cuando nos juntábamos: “grupo”. Por ejemplo, se nos ordenaba en el colegio formar un grupo, hacer una fila; pertenecíamos a una sociedad que nos diferenciaba con lo poco que sabía de cada uno y ello era suficiente.

¿Qué vendrá mañana?, ¿la inteligencia artificial será capaz de leernos las mentes y ahorrarnos el trabajo de hablar para pedir un café, unos huevos o un trozo de pan? La verdad soy optimista de todo lo que viene en camino puesto que si estamos preparados como sociedad, el siglo XXI es nuestro gran desafío ad portas de algo mejor, para aquellos que están a la espera de que se creen las profesiones que todavía no existen. Al menos nuestra generación ya aprendió algo con que ganarse la vida, pero ¿nuestros hijos?, ¿podrán emplearse o recibirán una renta global para vivir? A mí, al menos si me llegaran a dar dinero por no hacer nada, me la pasaría aprendiendo para enseñar, ese es el individuo que formó el siglo XX en mi persona.

Ahora te invitamos a ver este interesante video tomado de Accenture sobre la inteligencia artificial aplicada a los negocios y a la vida real:

Y tú ¿cuáles crees que serán las profesiones del futuro?, ¿cómo será la vida de nuestros hijos?

¡Te invitamos a compártirnos tus opiniones y comentarios!

Twitter: @hombrede_java

 

Related posts

Leave a Comment